Hablar sobre el misterio que sobrevino en
Anfourth, es complicado, si no se tiene el suficiente cuidado y dominio del
lenguaje en el que se narran los hechos, como en la veracidad de la información
que se procederá a compartir. Uno corre el riesgo de perder la credibilidad y
la seriedad con la que se habla; en estos tiempos, ambos son características
que se deben mantener. Sin embargo, y como usted bien sabrá; y de hecho es la
razón por la que me confió este caso y la narración de esta historia. Siendo esta,
una pronta respuesta a la carta que se me hizo llegar a su nombre, hace unos
pocos días.
No fue hasta que se empezaron a relacionar
los acontecimientos sucedidos en el muelle “Däven” con los que se dieron
recientemente en el puerto “Keelung”, que se abrió paso a la realización de teorías
al respecto, una más extraordinaria que la otra. Pues en el pueblo junto al
mar, en el que me encuentro, no es común oír historias capaces de desconcertar
a las mentes más agudas y de helarle la sangre a los más sensibles.
Hace dos años, se encontró un cuerpo en las
costas aledañas al muelle anteriormente mencionado. Presentaba la hinchazón
propia que toman los cuerpos que se descomponen bajo el agua (esta acelera su
proceso) por lo que, se presume, que no debió de estar más de dos semanas
flotando en la nada. Un hombre casi deshecho, con una edad que oscilaba entre
los treinta y treinta y seis años (aunque esto no es del todo seguro, siendo
solo suposiciones, crean en el lector una posible visión de lo que otros ojos contemplaron);
ya que aquel rostro (si lo podemos llamar así) era la cruel y horrida imitación
de una herida desdibujada por sobre la mayor parte del cráneo. No obstante, la
característica más notable en él, era: “un voluminoso estómago” que debido a su
forma esférica casi perfecta, podría llamarse una anomalía o discordancia
morfológica, en correlación al resto de su torso. La apariencia de esa zona...
¿cómo describirla? Los tejidos tuvieron que haberse templado tanto, que la piel
llegó a tornarse casi transparente; venas violáceas, surcaban llamativamente por
sobre la tez húmeda y putrefacta; hongos que afloraban cuales lotos grumosos, carcomiendo
la anodina y muerta carne. En los alrededores, las personas empezaron a
aglomerarse, producto de la curiosidad, hasta que las autoridades empezaron a
dispersarlas.
Las pruebas de la autopsia señalaron que se
trataba de lo que a simple vista podría catalogarse como el desafortunado caso
de un hombre que, en razón al estado que presentaba, no se pudo identificar. El
rostro no podría ser reconocido, aún si fuera por un pariente muy cercano de la
víctima, este, se estremecería con solo verlo. La impresión de horror que
emanaba su figura era, por lejos, una de las sensaciones más repugnantes que
podríamos experimentar. Los informes policiales alegaron que no se habían
reportado casos de desapariciones por estos lares, deduciéndose, entonces, que
podría tratarse de un extranjero. La fisionomía presentaba detalles y
características que excitaron el sentido morboso y enfermizo de los forenses; y
a cuán atónito asistente, en una de las habitaciones de la morgue. Su ciencia nunca
se había visto más enriquecida por algún otro caso que no fuera la llegada del
presunto desconocido, que acalló en las ennegrecidas aguas que devoran los
cimientos del muelle y los confines del silencioso pueblo de Anfourth. Características que alimentaron a
las interrogantes derramadas sobre el caso y a la imaginación de los
expectantes. Por otro lado, mencionaron que, en el desproporcionado abdomen, extrajeron
materia gelatinosa; siendo esta incolora, similar a la umbrela de la que se
propician las medusas. La presión que esta ejercía sobre el individuo; o mejor
dicho, la fuerza que ejerció, fracturó algunas de las costillas inferiores; a
la vez que oprimía a los demás órganos, sobretodo, los intestinos. Es en estos,
más precisamente, en el conducto intestinal delgado, que dieron con un cuerpo extraño:
“un trozo de papel” casi intacto, salvo por un poco de humedad. Este presentaba
una caligrafía propia de una imprenta, citando las palabras: “Samz Nechbeln”.
Toda esta
información, ahora brindada por su servidor, fue compartida una semana y cuatro
días después de lo ocurrido; informándose únicamente a personal autorizado e
involucrado en la investigación del susodicho acaecimiento. Aún habían elementos
que no estaban del todo esclarecidos, por lo que no se pudo informar abiertamente
a los habitantes, siendo las palabras que llegaron a ellos limitadas y más que superficiales.
Consideramos que fue un inútil esfuerzo por apaciguar las emociones que dan
fruto en teorías triviales, desinformativas y sumamente fantásticas, dentro de
mentes que buscan su propio entretenimiento. Pero, ya sabemos lo que suceden en
los pueblos como Anfourth, las noticias tienden a ser esparcidas como plagas a
oídos voraces y pensamientos insaciables. Los estudios continuaron, tanto por la
incierta procedencia del cadáver como por las extrañezas encontradas en su
interior. Era tenebrosa la idea que se cuajaba por la insólita aparición del
mensaje oculto entre vísceras; la idea de la posible intervención de manos humanas,
era y sigue siendo, inquietante.
Dos días después, tras ocurrido lo que acabo
de narrarle, dos cadáveres desembocaron en el mismo lugar que el primero: un
hombre y una mujer. Ambos igualmente con los estómagos desproporcionados y anormalmente
esféricos. La mujer fue hallada sobre la arena; el hombre, permanecía flotando
boca abajo a una distancia más alejada. “Dos más” – comentaban, atrayendo
simultáneamente a otros -“¡Sus rostros, alguien cubra sus rostros!... Tales
expresiones no son de este mundo.”
Era más que evidente el horror colectivo que
se apoderaba de la población, el desabrido efecto era completamente innegable. El
desconcierto, la podredumbre y la vesánica degradación de los cuerpos vacíos;
fueron elementos descritos de la manera más cruda e indigesta posible. Se realizó
el mismo procedimiento, aunque sin resultados distintos, misma y aparente causa
de muerte y de procedencia indefinida. En cuanto a los estómagos, pongo las
manos en las llamas del más vivo y radiante fuego al decirle que lo observado
en su interior tras haber realizado la incisión, no era algo anteriormente, por
nadie visto o percibido. Le pediré por favor que esté preparado a leer tan heteróclito
encuentro, mas no espero su total credibilidad al respecto; mis palabras no
podrían proyectarle con exactitud aquella sensación que se propagó en nuestros
cuerpos. Las sospechas de que hayan autores involucrados en la realización de
estas atrocidades, no podía descartarse desde el primer hallazgo. Aún con este indicio
de la verdad, ¿De dónde venían? En el caso de haber sido una práctica forzada o
una limpia intervención quirúrgica ¿Cómo llegó a introducirse dicho mensaje,
sin dejar rastros de cicatrices, incisiones, contusiones o heridas? Y la
pregunta que más temo, no solo por su respuesta, sino por el hecho de que tal
vez sea mejor no saberla; por la que me veo sumamente intrigado y lo que me hace
llegar a pensar en que si acaso eran los cuerpos verdaderamente humanos. Al
realizar el corte vertical por sobre la cúpula del vientre.. ¡Contemplar pues en
su deformidad, la fusión de dos especies! extraña criatura dividida horizontalmente
en ambos cuerpos. La única extremidad inferior que poseía, crecía desde dentro
de la mujer; la parte superior, se teorizó que habría estado retorciéndose y estrangulando
a las vértebras del hombre flotante; la cual se encontró enredada en sí misma
cual maligno espiral, finalizando en una cabeza, distorsionando la imagen que
tenemos del sistema de un ser humano. Todo de ello era acuoso e inconsistente,
despojado de huesos, se había desarrollado en lugares distintos.
Durante ese período nadie se aproximó a los
límites, dónde la tierra se une con lo desconocido. Los cielos se tornaron
lúgubres y perniciosos. No se volvieron a rescatar de las aguas a más de ellos.
Se habló cotidianamente sobre ello durante el mes completo, y si las personas
no pronunciaban palabra alguna, habían rastros oscuros que les recordaban a las
historias y teorías que se plantearon durante tardes nubladas y noches vacías
en sueños que vacilaban en mareas luminosas.
No siendo hasta después de dos años de las
exhaustivas investigaciones, que así como también a muchos otros, llegó a mis manos,
en una mañana de octubre, la noticia del prototipo y recorrido de un gran barco
carguero que zarpará desde el puerto “Keelung” en Taiwán. Un barco, un monstruo
de acero, llamado “Samz Nechbeln”.
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