OJOS VERDES
Recibí la invitación de Mónica aproximadamente a las nueve de la noche. Respondí en un
santiamén: “¡Cuenta conmigo!". Realmente no me considero una persona que guste
deambular entre espacios abiertos, expuesto al calor vigoroso del sol y la compañía de
insectos y animales de montaña, pero se trataba de una invitación para festejar que Mónica
había llegado al tercer piso, así que accedí a regañadientes.
- ¿No puede ser una fiesta en alguna playa? -pregunté antes de dar un sí rotundo.
-No, Hernán. El año pasado fuimos a Holbox y aun así te quejaste de los mosquitos.
Accedí entonces. “¡Cuenta conmigo!” Le dije a Mónica sin tanto entusiasmo.
- ¿Serán las mismas personas del año pasado? - Mónica era una vieja amiga de la
secundaria, pero nos separamos cuando comenzamos a estudiar la universidad. Yo me
entregué a las ciencias sociales y ella a la biología.
-Un par. La mayoría son unos amigos que conocí en un simposio en Canadá.
Inmediatamente se me vino a la mente el rostro de una chica oriunda de Canadá que, según
Mónica, se había convertido en una de sus mejores amigas. Era guapa, ojos muy grandes y
el cabello castaño. Una piel lechosa con notables arrugas en formación. Guapa.
- ¡Cuenta conmigo! -repetí y comenzamos a organizar el viaje.
El sábado por la mañana, mientras el alba alejaba las tinieblas de la madrugada, el coche de
Mónica se estacionó frente a mi departamento y el sonido del claxon me advirtió que era
hora de irnos. Subí al coche por la parte trasera y vi que iría en compañía de dos hombres.
En la parte de adelante iba Mónica al volante y de copiloto iba otro hombre. La guapa
canadiense nos alcanzaría después. Durante el camino entablé conversaciones con Massi y
Duane, ambos compatriotas de Anna, la guapa canadiense. Los ojos de mis compañeros de
viaje eran de un verde similar al del mar cuando está turbio, pero de una belleza
melancólica de la que uno no puede apartar la vista. Su español no era perfecto, pero mi
inglés tampoco lo era.
Cuando llegamos a la zona de acampar me encontré con que había olvidado mi casa de
campaña y mis nervios me pusieron colérico.
-Calma, Hernán - me dijo Massi mientras me hacía un ademán que me invitaba a compartir
la casa de campaña de él y Duane. Durante el trayecto para llegar a la zona de campamento
me enteré de que ambos formaban una pareja y que el copiloto que estaba en compañía de
Mónica se trataba de Emerson, la conquista de mi amiga. Emerson no hablaba mucho así
que fue un alivio evitar conversar con alguien más cuyo idioma es diferente al tuyo. Con
dos tenía suficiente, pero con mucho gusto esperaba que fueran tres. La guapa canadiense.
Anna llegó una hora después acompañada de otro chico, ahora un mexicano y con una
mujer algo mayor que todos los demás. Lorenzo y Corazón de Jesús. “¡Vaya nombre!” Me
dije a mi mismo. Tenía que llamarla Corazón y era algo raro, pero después de media docena
de veces de llamarla así, fue muy natural hablarle por su nombre. Lorenzo era en extremo
coqueto y me sentí un poco observado por sus ojos color miel. Resultó ser una persona
extraordinariamente divertida e inteligente. Era antropólogo y siendo yo historiador nos
entregamos bastante tiempo en pláticas de interés mutuo.
- ¿Quieres un pastelito? - me preguntó al mismo tiempo que me guiñaba un ojo. No supe
cómo interpretar su invitación, pero Anna me dio un codazo suave y me dijo que se trataba
de brownies de marihuana. Accedí. Todos, menos Emerson, nos metimos un brownie
mágico con la esperanza de reírnos más. Duane y Massi tenían los ojos muy rojos al cabo
de un rato, pero el verde que vivía en sus cuencas era más notorio y yo, dentro de mi
introspección aguda causada por el postre mágico, no podía quitarles la vista. Cuando me
percaté que de vez en cuando uno de ellos clavaba la mirada de manera muy atenta en mí,
me sonrojé hasta el grado de que Anna hizo un pequeño comentario sinuoso.
- Te los vas a comer con la mirada - dijo la guapa canadiense y yo no supe que decir. Podía
haber aceptado que Duane y Massi me tenían embelesado y también podía achacárselo al
efecto de la marihuana. Pude responder eso, pero solo me reí nerviosamente.
Para mí mala fortuna descubrí que Anna era una chica demasiada molesta, demasiada
extrovertida a diferencia de sus guapos compatriotas. "¿Qué carajo me pasa?" Me pregunté
cuando me sorprendí pensando en ellos, admirando sus movimientos lentos y las pocas
veces que sonreían, pero lo que más me atrajo fueron esos ojos verdes profundos. Uno
podría pensar que eran hermanos a causa del extraordinario parecido del color de sus ojos.
Aun así, mi plan era intentar compartir más que una velada con Anna. Quería dormir con
ella, si Anna accedía tocaría la gloria esa noche y haría a un lado esos pensamientos que
sentía no iban conmigo. Eran aproximadamente la media noche cuando sentí que el efecto
del brownie estaba en su clímax. ¡Ay! Me levanté de un solo saltó y todos se quedaron
viendo mi actitud irracional. Anna tenía los ojos muy cerrados por el efecto de los postres y
Mónica, junto a Lorenzo, estaban dormitando hombro con hombro. Los únicos que nos
sentíamos con algo más de vigor éramos Duane, Massi, Corazón, Emerson y yo.
- ¡Demos un paseo! - la voz de Corazón sonaba distante, cómo si se encontrara en los lindes
más oscuros del bosque en el que estábamos. Y de pronto caí en la cuenta de que existía
otra razón por la cual no me gustaba acampar. ¡Tenía miedo a la oscuridad que los árboles
ofrecen durante la noche, en mitad de la nada, en el centro de incertidumbre! Miré mi
teléfono móvil y estaba apagado. Sin una conexión eléctrica mi teléfono permanecería
muerto y frío hasta regresar a la ciudad.
- ¡Vamos! - contestó Massi, con su confuso español. No tuve elección, no quería quedarme
a solas con Anna y Emerson. Algo en ella me hacía sentir incómodo y cuando aún dudaba,
noté que Anna estaba tumbada boca arriba, roncando. Emerson despertó a Mónica y
entraron juntos a la casa de campaña que compartirían, despidiéndose. Tomé una lámpara
de baterías y comencé a caminar detrás de Corazón.
-No debemos alejarnos mucho -sugerí con la pesadez de los efectos de la marihuana. Mi
visión era algo borrosa y mis pupilas captaban la luz de las lámparas distorsionando el haz
brillante que brotaba de ellas. De pronto, escuché unas pisadas no muy lejos de donde
estábamos. Estaba seguro de que no habíamos caminado más de trescientos metros así que
el campamento debía estar cerca, relativamente cerca.
-Hay algo ahí - dije sin especificar a quien de mis acompañantes hablaba.
-There's nothing, Hernán - me consoló Massi mientras apretaba con suavidad mi brazo.
Pude ver en la penumbra que Duane sonreía ante la actitud protectora de Massi.
Algo en el tacto de Massi y en la complicidad de Duane me hizo sentir cómodo. Ese par
irradiaba empatía, afecto y comprensión. Era la magia que destellaba de esos ojos verdes de
ambos hombres. Pero el sonido de pasos nos arrancó a los cuatro de nuestra tranquilidad. El
semblante de Corazón se contorsionó según pude notar en el haz de luz que Duane reflejó
en su cara. Massi se acercó más a mí y Duane hizo lo mismo. Me sentí como un niño
protegido por sus padres.
-Seguro es algún animal - dijo Corazón para no sentirse más asustada de lo que estaba. Pero
el incesante ruido de pasos era rotundo que hasta nuestras almas caló. Estábamos
irremediablemente intranquilos.
- ¡Debemos regresar! -chilló Corazón poniendo en evidencia lo que todos suponíamos. Ella
era la más azorada de los cuatro. Comenzamos el camino de regreso, pero en aquella
asfixiante masa de sombras reflejadas por las lámparas, escuchamos un golpe seco y
pesado. Giramos de manera automática porque el ruido provino de la parte trasera de la fila
que habíamos formado. Corazón no estaba. Mi respiración se detuvo un instante hasta que
escuchamos a Massi avisar que la mujer había caído en un barranco no muy profundo.
Llegamos al borde de la abertura que se formó en el suelo y cuando la lámpara enfocó a
Corazón, la vimos tendida boca arriba en el suelo, riendo.
- ¡Está muy drogada! - dijo Duane con tono burlón. Y aunque la situación era contraria a la
hilaridad, el silencio del bosque se vio interrumpido por estertóreas risas que
frenéticamente salían de nuestros pechos. En algún momento los cuatro estábamos
sufriendo un ataque de risa gracias a los postres mágicos de Lorenzo. Pero, las risas fueron
apagándose dejándonos de nuevo con el silencio muerto del bosque. Corazón se quedó
dormido, pude notar.
- ¿Cómo la subimos? - pregunté y Duane resolvió ir por Emerson. Anna, Mónica y Lorenzo
debían estar profundamente dormidos. Massi decidió acompañarme mientras Duane se
quedaba vigilando la respiración entrecortada de Corazón. A mitad del camino de regreso
mi lámpara se apagó. Olvidé cambiarle las pilas la última vez que la había usado. Massi
tomó mi mano y creo que sonrió, y sin decir nada, acepté que entrelazara sus dedos ásperos
con los míos. La sensación fue reconfortante. Estábamos cerca del campamento porque
pude distinguir las brasas moribundas de la hoguera que habíamos hecho. Pero los pasos
que escuchamos anteriormente se posicionaron a no más de tres metros de nosotros. Pude
ver, sumidos en la oscuridad con un fulgor escarlata, un par de ojos fijos en nuestros
movimientos. Apreté la mano de Massi más fuerte y él hizo lo mismo. La lámpara de Massi
se dirigió a la silueta horripilante que nos perseguía y advertimos que se trataba de un ente
inhumano. Era alto, muy alto. Sus manos negras y con garras casi tocaban sus muslos. No
supe si se trataba de pelaje o eran las caricias de la noche, pero estaba cubierto de negrura
infinita y azabache. Massi dio un paso hacia adelante porque sentí como me guiaba. El haz
de luz iluminó por un breve instante otro ser idéntico al que teníamos al lado. Ahogados de
terror, retrocedimos rápidamente hacia donde Duane cuidaba a Corazón.
Duane estaba intentado hablar con corazón cuando llegamos con él.
- What happened? -preguntó Duane cuando nos vio cansados y con los ojos a punto de
salirse de nuestras cuencas. Si hubiera oído el latido de nuestros corazones seguro se
alarmaría más. Duane no dijo más y solo se acercó a abrazarnos mientras recuperábamos el
aliento. Ese abrazo tendió un puente de confianza entre los tres. Duane nos dio un beso en
la mejilla a cada uno y volvió a repetir "What happened?" Le explicamos todos y el adujo
todo a los efectos de la marihuana. Pero de un momento a otro, sin previo aviso rompí en
llanto. Ahora fue Massi quien me abrazo, para después unírsele Duane.
-Gracias, chicos -dije mientras limpiaba las gotas saladas de mi mejilla. Fuimos
interrumpidos por un profundo y seco ronquido, proveniente de la garganta a varios metros
bajo el suelo. Corazón seguía roncando. Yo estaba drogado, sin duda, pero algo más estaba
despertando en mí. Algo bueno. El par de muchachos de ojos verdes era todo lo que
necesitaba en ese momento. Y lo último en lo que podía pensar era en la cara de Anna.
Duane me sonrió y pellizcó mi mentón. Massi revolvió mi cabello. Logré convencer a los
chicos que regresáramos, Corazón no iría a ni un lado y era poco probable que despertara.
Ni bien habíamos dado unos pasos cuando un gruñido nos asustó de sobremanera y corrí
enloquecido de miedo. Mis compañeros no me dejaron solo porque cuando bajé el ritmo de
mi huida pude verlos detrás mío. Y comprendimos que, gracias a mi torpeza, estábamos
perdidos en medio de un bosque que ni uno de los tres conocía. Queríamos gritar por ayuda,
pero seguramente los seres de cuerpo alargado y piel azabache nos encontrarían
rápidamente.
Nos acurrucamos los tres en un espacio que las raíces de un árbol habían creado, cómo
unos brazos macizos para los miedosos. El calor que Duane y Massi me proporcionaban era
dulce y por breves momentos olvidé el miedo. Supuse que no tendría problemas si en algún
momento de mi vida tuviera a una persona que me cuidara, o dos. Me sonrojé, pero nadie lo
notó. Massi se quedó dormido en mi regazo.
-Es guapo ¿No? -preguntó Duane y asentí. Pero no me vio así que respondí con un lacónico
"si". Escuché una leve risa de la boca de Duane, cómplice de mis crecientes sentimientos,
confusos, hacia mis protectores. Porque así los veía, cómo mis protectores. El tiempo pasó
demasiado lento, efecto de la marihuana y del miedo. Después de unos cuarenta minutos
Massi despertó. Sonrió al verse dormido en mi regazo.
-Perdón -dijo apenado. Me límite a sonreír y a darle un beso en los labios. Sabía que Duane
lo aprobaría y así fue. Nos levantamos y acordamos regresar sin tener la certeza por dónde
ir. Caminamos más de horas, según nos indicaba el reloj de Duane y faltaban al menos tres
horas más para que el sol alejara la malsana oscuridad del bosque.
Después de recorrer el bosque sin saber a dónde dirigirnos, llegamos a una zona de cuevas.
Sin duda, éramos las primeras personas caminar por ese lugar después de mucho tiempo, la
mano destructora del humano estaba ausente. Decidimos alejarnos porque si bien la
humanidad había olvidado ese lugar, estaba habitada por alguna especie de animal que
utilizaba herramientas. Hachas y lanzas primitivas estaban expuestas en la entrada de una
de las cuevas, esparcidas y manchadas de sangre fresca según pude notar. Estábamos
girando cuando del interior de la cueva se escuchó un aullido sórdido y malicioso.
Corrimos sin separarnos, siempre sin separarnos. Nos alejamos lo suficiente y nos
detuvimos. Me senté en una piedra alargada porque ya no podía, no quería, caminar más.
Duane me hizo compañía mientras Massi se mantenía en pie, dirigiendo la luz de la
lámpara en todas direcciones e intentando buscar por dónde regresar. Sin decir palabra
Duane rodeó con sus brazos mi cuerpo inerte. Massi se colocó a mi otro lado y colocó su
cabeza en mi hombro. Sentí en mi espalda como las manos de Duane y Massi se tocaban y
se acariciaban. Mis manos buscaron las de ellos y se juntaron. Me sentía seguro en
compañía de ellos, desde que me presenté en el coche de Mónica hasta ese momento. Y
llegué a la conclusión de que mi sexualidad y mi seguridad sobre mi heterosexualidad se
estaban desmoronando de una manera agradable. En medio de aquella situación repugnante
en compañía de árboles y perseguidos por unas criaturas tenebrosas, inexorablemente me
estaba enamorando. ¿Cómo carajo podía estar sucediendo eso en tan penosa situación?
Pero, aunque suene a cliché, el amor nos llega a todos en los momentos más inesperados.
La compañía de Diane y Massi era reconfortante y tenía intenciones de que eso se ampliara,
si es que salimos de nuestro aprieto. A lo lejos, la voz de Lorenzo nos arrancó de nuestro
ensimismamiento. Gritaba nuestros nombres y eso significa que nos estaba buscando. La
voz de Emerson se mezcló con la de Lorenzo y en ese momento nos levantamos los tres de
un solo salto. Respondimos a los gritos de mis compañeros de viaje y en menos de diez
minutos estábamos los cinco juntos. Les contamos a Emerson y a Lorenzo lo que habíamos
visto, pero no nos creyeron, aunque ellos afirmaron que si lo habían hecho. Lorenzo tenía
un excelente sentido de ubicación y caminamos tras él para llegar al socavón donde
Corazón cayó. Seguía durmiendo y roncando. Duane me tomó de la mano y de pronto
Massi agarró la otra. Parecíamos unos chiquillos, pero era bueno. Lorenzo se dio cuenta y
solo esbozo una risa de cómplice. Logramos despertar a Corazón y con ramas largas
logramos sacarla. Nosotros seguíamos intranquilos, las criaturas que nos acechaban
seguramente nos estaban vigilando. El efecto del brownie no se había retirado por completo
y el miedo entraba sin mucha invitación. Tenía la certeza que en cualquier momento unas
garras nos arrastrarían a las tinieblas. Regresamos al campamento, Anna y Mónica seguían
dormidas.
-Es que se comió dos pastelitos -dijo Lorenzo con tono apenado, señalando a Mónica. Él
fue quien trajo los brownies y se sentía un poco culpable por los efectos que causó en todos
nosotros. En algún momento me hizo dudar si realmente había visto a esos seres extraños
del bosque, pero era imposible que tanto Duane como Massi hubieran compartido mi
alucinación.
Me asomé al interior de la casa de campaña y Mónica estaba totalmente inter, parecía un
cadáver, pero las ondulaciones de su pecho apartaron esa idea. Anna se retorcía soñando.
-Duérmete, lo necesitas. No tarda en amanecer, pero no te preocupes, levántate hasta que te
sientas mejor -me dijo Lorenzo mientras se metía en una bolsa para dormir. En ese
momento no supe que hacer o dónde dormir, pero Duane me invitó a compartir su casa de
compaña con Massi.
-No vayan a hacer porquerías -dijo en tono burlón Lorenzo y escuché a Emerson decir
desde el interior de su casa de campaña que nunca se había imaginado que yo...que yo
estaba dispuesto a compartir lecho con dos hombres. No uno, dos.
-Suertudote -sentenció Corazón y fue lo último que la escuché decir esa noche. Me sentía
raro, pero Duane y Massi eran tan amables que rápidamente les tomé confianza. Estuvimos
hablando de lo que habíamos visto en el bosque, de las criaturas que nos persiguieron. Mis
ojos se estaban cerrando, tenía mucho sueño y quedé en medio de los dos. De pronto estaba
frente a frente a Massi. Abrí los ojos y él tenía clavados en mí esos preciosos ojos verdes.
-No me enojo -dijo Duane a mis espaldas. Era una invitación para besar a su novio y así lo
hice. Giré la cabeza y mis labios se encontraron con los de Duane. Y así sucesivamente
hasta que nos quedamos dormidos. Por la mañana no sabía que pensar. Si eso se trataba de
una sola noche o si podíamos llegar a más. Regresamos a la ciudad y fue así como
comenzamos a salir los tres. Siempre los tres. Sin saber cómo, yo me sentía muy triste
porque pronto se marcharían a su país y me dejarían solo. Hasta que ocurrió lo que nunca
creí que ocurriría, algo en lo que no había pensado mucho. La experiencia sexual que
tuvimos fue reveladora, mágica y decisiva. Por primera vez vi el tatuaje en el abdomen de
Duane y eso me volvió loco de pasión de una manera absoluta. Massi era el más callado de
los dos, pero era el más expresivo. Quizá el más guapo, pero eso no me importaba. Los dos
hombres eran absolutamente bellos y no podía dejar de pensar en ellos y sus ojos verdes.
- ¡Vámonos a Canadá, Hernán! -era todo lo que quería escuchar porque no tenía intenciones
de olvidarlos, de dejarlos y ellos dejaron muy claro que también estaban enamorados de mí.
La pregunta de Massi ya tenía respuesta anticipada. No tuvieron que explicarme nada. Una
relación de tres no era un tema nuevo para mí, pero si era la primera vez que lo
experimentaba y con dos hombres. La noticia le cayó como una bomba nociva a mi madre,
pero no estaba pidiéndole permiso, solo le avisé que me mudaría a Canadá y que la visitaría
muy seguido. Lloró y lloré cuando nos despedimos. Ahora vivo en Canadá, hace tres años
que me mudé y vivo con dos hombres maravillosos que todos los días me llenan de cariño y
yo a ellos. El tema de las criaturas del bosque es algo que hablamos regularmente, haciendo
conclusiones inexactas, teorías a medias. Mi estómago se pone tenso siempre que hablamos
de ello y un miedo absoluto a los bosques se engendró irremediablemente en mí. Y en
Canadá bosques inhóspitos sobran. Pero tengo a mis dos hombres para cuidarme, siempre
lo harán y yo mataría por ellos.
Israel Celis Delgado
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