Lo que no quiero es perder a más gente,
que se vayan los momentos,
que se los lleve la historia,
su marcha,
las marchas.
Que se los lleven como a veces se lleva la policía a la gente,
como a veces los gendarmes forman fila,
como a veces el servicio social se chupa a un niño
que si vuelve quizá ya será hombre
y no sabrá quién es ni cuánto buscamos en otro idioma,
puerta por puerta
hacia adentro afuera de las instituciones
y por fuera de ellas
en los textos, con textos,
que llevan de firma nuestros documentos y nuestras cabezas,
pero que nadie leyó ni leerá
y nunca pudieron evitar su falta de abrigo,
ni sus pies descalzos en pleno invierno,
ni le compraron el audífono,
ni lo llevaron a la escuela,
ni pudieron evitar que apaguen cigarrillos en sus brazos.
No sabrá el niño –hombre-preso
cuánto pasamos en vela,
cuánto lloramos en otro idioma su ausencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario