martes, 25 de octubre de 2022

Plástico Cruel ~de José Sbarra~

 

Por Federico Ambesi.

 

José Sbarra cumple con una de las características frecuentes de los grandes escritores, y esta es el hecho de no haber sido reconocido en su época ni en su propio país. Sin embargo, el tiempo le dio una revancha a Sbarra, y hoy es uno de los autores más aclamados de la literatura. Con “Plástico Cruel”, el autor nos mete de lleno en el ambiente underground con personajes como Bombón, poeta y puta, Alex, El cerdo, La Malco, Trespa, Frula y Linda Morris, la “chica bien”, devenida en marginal, apodada Plástico Cruel. Una trama amorosa que nos dice que el amor no existe, que es meramente cultural; descabellados planes de supervivencia y una mirada entre ácida y melancólica sobre las “clases altas” se cruzan en esta novela que se escribe entre diálogos y líneas de un diario íntimo, dejando de lado a la prosa tradicional.





Si bien en un principio el argumento puede parecer un tanto escueto, y las escenas parecen quedar estancadas en la mera provocación, al adentrarse en la historia uno va percibiendo la profundidad de los personajes y la mirada del autor, al mismo tiempo que se vuelve imposible cortar la lectura. Un rasgo destacable de esta obra es que, mediante los diálogos que la componen, los personajes se hacen de una fisionomía sin la necesidad de aquellas minuciosas descripciones de siempre. Sbarra sabe lo que hace, se toma su tiempo y embiste al lector con detalles y reflexiones de una crudeza emocional pocas veces vista. Si pensamos en la idea del escritor al desnudo, en Plástico Cruel vemos la desnudez en su plenitud, es más, vemos las vísceras del autor y los personajes al mismo tiempo.

 

En una entrevista realizada por Enrique Symns, Sbarra habla sobre la novela y lo que quiso plasmar:

“Escribí Plástico cruel para demostrar que no existe el amor. Que el amor es cultural, que la vida es sexo, que en el sexo estaba todo claro y no lo conseguí. Todo lo contrario, mi pareja se apoyaba en mi hombro y me decía: «si ponés tantas conchas y tantas vergas nunca vas a ser un escritor reconocido». Era un acto de amor. Pero se me estaba yendo, él me quería dejar y yo me daba cuenta y no soportaba no ser el mejor del mundo para él, estaba desesperadamente enamorado. Estaba enamorado. La gente cree haber amado, pero no les pasa, se mueren sin conocer el amor. Yo casi lo mato. Me tuve que ir a Madrid. No soportaba que cogiera con otros. Con ese pibe tuve los celos más grandes de mi vida. Lo llamo por teléfono un día y le digo que me voy a ver a mi abogado, le miento, me voy a una orgía. Seis o siete tipos cogiendo. Hay un tipo que me la está chupando y yo lo llamo por teléfono a él… ¡Para ver si estaba solo o si estaba con alguien!”

 

Otros elementos destacables de la obra son las alucinaciones, representadas como verdaderas escenas de película, y las “Señales de tránsito”, que se intercalan en la trama, a veces como sentencias, otras, como parte de la historia y a veces parecen ser cuestiones presentadas para descolocar a quien lee.

 

 


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