Por Federico Ambesi.
José Sbarra cumple con una de las características
frecuentes de los grandes escritores, y esta es el hecho de no haber sido
reconocido en su época ni en su propio país. Sin embargo, el tiempo le dio una
revancha a Sbarra, y hoy es uno de los autores más aclamados de la literatura.
Con “Plástico Cruel”, el autor nos mete de lleno en el ambiente underground con
personajes como Bombón, poeta y puta, Alex, El cerdo, La Malco, Trespa, Frula y
Linda Morris, la “chica bien”, devenida en marginal, apodada Plástico Cruel.
Una trama amorosa que nos dice que el amor no existe, que es meramente cultural;
descabellados planes de supervivencia y una mirada entre ácida y melancólica
sobre las “clases altas” se cruzan en esta novela que se escribe entre diálogos
y líneas de un diario íntimo, dejando de lado a la prosa tradicional.
Si bien en un principio el argumento puede parecer
un tanto escueto, y las escenas parecen quedar estancadas en la mera
provocación, al adentrarse en la historia uno va percibiendo la profundidad de
los personajes y la mirada del autor, al mismo tiempo que se vuelve imposible
cortar la lectura. Un rasgo destacable de esta obra es que, mediante los
diálogos que la componen, los personajes se hacen de una fisionomía sin la
necesidad de aquellas minuciosas descripciones de siempre. Sbarra sabe lo que
hace, se toma su tiempo y embiste al lector con detalles y reflexiones de una
crudeza emocional pocas veces vista. Si pensamos en la idea del escritor al
desnudo, en Plástico Cruel vemos la desnudez en su plenitud, es más, vemos las
vísceras del autor y los personajes al mismo tiempo.
En una entrevista realizada por Enrique Symns,
Sbarra habla sobre la novela y lo que quiso plasmar:
“Escribí Plástico
cruel para demostrar que no existe el amor. Que el amor es cultural, que la
vida es sexo, que en el sexo estaba todo claro y no lo conseguí. Todo lo
contrario, mi pareja se apoyaba en mi hombro y me decía: «si ponés tantas
conchas y tantas vergas nunca vas a ser un escritor reconocido». Era un acto de
amor. Pero se me estaba yendo, él me quería dejar y yo me daba cuenta y no
soportaba no ser el mejor del mundo para él, estaba desesperadamente enamorado.
Estaba enamorado. La gente cree haber amado, pero no les pasa, se mueren sin
conocer el amor. Yo casi lo mato. Me tuve que ir a Madrid. No soportaba que cogiera
con otros. Con ese pibe tuve los celos más grandes de mi vida. Lo llamo por
teléfono un día y le digo que me voy a ver a mi abogado, le miento, me voy a una
orgía. Seis o siete tipos cogiendo. Hay un tipo que me la está chupando y yo lo
llamo por teléfono a él… ¡Para ver si estaba solo o si estaba con alguien!”
Otros elementos destacables de la obra son las
alucinaciones, representadas como verdaderas escenas de película, y las
“Señales de tránsito”, que se intercalan en la trama, a veces como sentencias,
otras, como parte de la historia y a veces parecen ser cuestiones presentadas para
descolocar a quien lee.
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