jueves, 10 de noviembre de 2022

FÁBULA DEL ASNO, EL BUEY Y EL LABRADOR - Extraído de Las mil y una noches

 

FÁBULA DEL ASNO, EL BUEY Y EL LABRADOR

“Has  de  saber, hija mía,  que hubo un  comerciante  dueño  de grandes riquezas y de mucho ganado. Estaba casado y con hijos. Alá,  el  Altísimo,  le  dio  igualmente  el  conocimiento  de  los lenguajes de los animales y el canto de los pájaros. Habitaba este comerciante en un país fértil, a orillas de un río. En su morada había un asno y un buey.

Cierto día llegó el buey al lugar ocupado por el asno y vio aquel sitio barrido y regado. En el pesebre había cebada y paja bien cribadas, y el jumento estaba echado, descansando. Cuando el amo lo montaba, era sólo para algún trayecto corto y por asunto urgente,  y  el  asno  volvía  pronto  a  descansar.  Ese  día  el comerciante oyó que el buey decía al pollino: “Come a gusto y que te sea sano, de provecho y de buena digestión.

¡Yo estoy rendido y descansando, después de comer cebada bien cribada! Si el amo, te monta alguna que otra vez, pronto vuelve  a  traerte.  En  cambio yo  me  reviento  arando y  con  el trabajo  del  molino.”  El  asno  le  aconsejo:  “Cuando  salgas  al campo y te echen el yugo, túmbate y no te menees aunque te den de palos. Y si te levantan, vuélvete a echar otra vez. Y si entonces te vuelven al establo y te ponen habas, no las comas, fíngete enfermo. Haz por no comer ni beber en unos días, y de ese modo descansarás de la fatiga del trabajo.”

Pero  el  comerciante   seguía  presente,  oyendo  todo  lo  que hablaban. Se acercó el mayoral al buey para darle forraje y le vio comer muy poca cosa. Por la mañana, al llevarlo al trabajo, lo encontró enfermo. Entonces el amo dijo al mayoral: “Coge al asno y que are todo el día en lugar del buey.” Y el hombre unció al asno en vez del buey y le hizo arar todo el día.

Al anochecer, cuando el asno regresó al establo, el buey le dio las gracias por sus bondades, que le habían proporcionado el descanso de todo el día; pero el asno no le contestó . Estaba muy arrepentido.

Al  otro  día  el  asno  estuvo  arando  también  durante  toda  la jornada y regresó con el pescuezo desollado, rendido de fatiga. El buey, al verle en tal estado, le dio las gracias de nuevo y lo colmó de alabanzas. El asno le dijo: “Bien tranquilo estaba yo antes. Ya ves cómo me ha perjudicado el hacer beneficio a los demás.” Y en seguida añadió : “Voy a darte un buen consejo de todos modos. He oído decir al amo que te entregarán al matarife si no te levantas, y harán una cubierta para la mesa con tu piel. Te  lo  digo  para  que  te  salves, pues sentiría que te ocurriese algo.”

El buey, cuando oyó estas palabras del asno, le dio las gracias nuevamente,  y  le  dijo:  “Mañana  reanudaré  mi  trabajo.”  Y  se puso a comer, se tragó todo el forraje y hasta lamio el recipiente con su lengua. Pero el amo les había oído hablar. En cuanto amaneció fue con  su  esposa  hacia  el  establo  de  los  bueyes  y  las  vacas,  y  se  sentaron a la puerta. Vino el mayoral y sacó al buey, que en  cuanto vio a su amo empezó a menear la cola, y a galopar en  todas direcciones como si estuviese loco. Entonces le entró tal  risa  al  comerciante,  que  se  cayó  de  espaldas.  Su  mujer  le  preguntó : “¿De qué te ríes?” Y él dijo: “De una cosa que he visto  y  oído;  pero  no  la  puedo  descubrir  porque  me va  en  ello  la  vida.” La mujer insistió : “Pues has  de contármela,  aunque  te  cueste morir.” Y él dijo: “Me callo, porque temo a la muerte.” Ella repuso: “Entonces es que te ríes de mí.” Y desde aquel día  no dejó de hostigarle tenazmente, hasta que le puso en una gran  perplejidad. Entonces el comerciante mandó llamar a sus hijos,  así como al kadí y a unos testigos. Quiso hacer testamento antes  de  revelar  el  secreto  a  su  mujer,  pues  amaba  a  su  esposa  entrañablemente porque era la hija de su tío paterno, madre de sus hijos, y había vivido con ella ciento veinte años de su edad. Hizo llamar también a todos los parientes de su esposa y a los habitantes del barrio y refirió a todos lo ocurrido, diciendo que moriría en cuanto revelase el secreto. Entonces toda la gente dijo a la mujer: “¡Por Alá sobre ti! No te ocupes más del asunto; pues va a perecer tu marido, el padre de tus hijos.” Pera ella replico: “Aunque le cueste la vida no le dejaré en paz hasta que me haya dicho su secreto.” Entonces ya no le rogaron más. El comerciante se apartó de ellos y se dirigió al estanque de la huerta para hacer sus abluciones y volver inmediatamente a revelar su secreto y morir.

Pero había allí un gallo lleno de vigor, capaz de dejar satisfechas a  cincuenta  gallinas,  y  junto  a  él  hallábase  un  perro.  Y  el comerciante oyó que el perro increpaba al gallo de este modo: “¿No  te  avergüenza  el  estar  tan  alegre  cuando  va  a  morir nuestro ama?” Y el gallo preguntó : “¿Por qué causa va a morir?”

Entonces el perro contó toda la historia, y el gallo repuso: “¡Por Alá ! Poco talento tiene nuestro amo. Cincuenta esposas tengo yo, y a todas manejármelas perfectamente, regañando a unas y contentando a otras. ¡En cambio, él sólo tiene una y no sabe entenderse con ella! El medio es bien sencillo: bastaría con cortar unas cuantas varas de morera, entrar en el camarín de su esposa y darle hasta que sucumbiera o se arrepintiese. No volvería a importunarle  con  preguntas.”  Así  dijo  el  gallo,  y  cuando  el comerciante oyó sus palabras se iluminó su razón, y resolvió dar una paliza a su mujer.

El  visir  interrumpió   aquí   su  relato  para   decir   a   su  hija, Schahrazada: “Acaso el rey haga contigo lo que el comerciante  con  su  mujer.”  Y  Schahrazada  preguntó :  “¿Pero  qué  hizo?” Entonces el visir prosiguió de este modo:                                            “Entró el comerciante llevando ocultas las varas de morera, que  acababa de cortar, y llamó aparte a su esposa: “Ven a nuestro,  gabinete para que  te  diga  mi  secreto.”  La  mujer  le  siguió;  el  comerciante se encerró con ella y empezó a sacudirla varazos, hasta que ella acabó por decir: “¡Me arrepiento, me arrepiento!” Y besaba las manos y los pies de su marido. Estaba arrepentida  de   veras.   Salieron   entonces,   y   la   concurrencia   se   alegró  muchísimo,   regocijándose   también   los   parientes.   Y   todos  vivieron muy felices hasta la muerte.”                                                Y  cuando  Schahrazada,  hija  del  visir,  hubo  oído  este  relato,

insistió nuevamente en su ruego: Padre, de todos modos quiero que hagas lo que te he pedido.” Entonces el visir, sin replicar nada, mandó que preparasen el ajuar  de su hija, y marchó a comunicar    la    nueva    al    rey    Schahrían.    Mientras    tanto, Schahrazada  decía  a  su  hermana  Doniazada:  “Te  mandaré  llamar cuando esté en el palacio, y así que llegues y veas que el  rey  ha  terminado  de  hablar  conmigo,  me  dirás:  “Hermana,  cuenta alguna historia maravillosa que nos haga pasar la noche.” Entonces yo narraré cuentos que, si quiere Alá, serán la causa de  la emancipación de las hijas de los musulmanes.”                            Fue a buscarla  después el visir, y se  dirigió con ella hacia la  morada   del   rey.   El   rey   se   alegró   muchísimo   al   ver   a  Schahrazada,  y  preguntó  a  su  padre:  “¿Es  ésta  lo  que  yo  necesito?” Y el visir dijo respetuosamente: “Sí, lo es.” Pero cuando el rey quiso acercarse  a la joven, ésta  se  echó  a llorar. Y el rey le dijo: “¿Qué te pasa?” Y ella contestó : “¡Oh rey poderoso,    tengo    una    hermanita,    de    la    cual    quisiera despedirme!”  El  rey  mandó  buscar-a  la  hermana,  y  vino Doniazada.  Después  empezaron  a  conversar  Doniazada  dijo entonces a Schahrazada: “¡Hermana, por Alá sobre ti! cuéntanos una  historia  que  nos  haga  pasar  la  noche.”  Y  Schahrazada contestó : “De buena gana, y como un debido homenaje, si es que me lo permite este rey tan generoso, dotado de tan buenas maneras.” El rey, al oír estas palabras, como no tuviese ningún sueño,  se  prestó  de  buen  grado  a  escuchar  la  narración  de Schahrazada.

Y Schahrazada, aquella primera noche, empezó su relato con la historia que sigue:

 ...continúa en un próximo post.

 


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